Tío Tigre y Tío Conejo
Una calurosa mañana, se
encontraba Tío Conejo recolectando zanahorias para el almuerzo. De repente,
escuchó un rugido aterrador: ¡era Tío Tigre!
—¡Ajá, Tío Conejo! —dijo el
felino—. No tienes escapatoria, pronto te convertirás en un delicioso
bocadillo.
En ese instante, Tío Conejo
notó unas piedras muy grandes en lo alto de la colina e ideó un plan.
—Puede que yo sea un
delicioso bocadillo, pero estoy muy flaquito —dijo Tío Conejo—. Mira hacia la
cima de la colina, ahí tengo mis vacas y te puedo traer una. ¿Por qué
conformarte con un pequeño bocadillo, cuando puedes darte un gran banquete?
Como Tío Tigre se encontraba
de cara al sol, no podía ver con claridad y aceptó la propuesta. Entonces le
permitió a Tío Conejo ir colina arriba mientras el esperaba abajo.
Al llegar a la cima de la
colina, Tío Conejo gritó:
—Abre bien los brazos Tío
Tigre, estoy arreando la vaca más gordita.
Entonces, Tío Conejo se
acercó a la piedra más grande y la empujó con todas sus fuerzas. La piedra rodó
rápidamente.
Tío Tigre estaba tan
emocionado que no vio la enorme piedra que lo aplastó, dejándolo adolorido por
meses.
Tío Conejo huyó saltando de
alegría.
Moraleja: Más vale ser astuto que fuerte.